Nací en 1989 en Colombia, en un pueblo llamado Plato Magdalena. Pueblo de donde surge la Leyenda de El Hombre Caimán, que por azares de la vida, es representado por mi abuelo Edgar Romanos.
Estudié en varios colegios y siempre fui reconocido por mis buenas notas y mi temperamento apacible. Desde muy joven desarrollé un gusto increíble por las matemáticas y luego por la física, sin dejar de lado la tecnología que llegaba a mí gracias a los vídeojuegos.
Muchos llegaron a pensar que no tendría futuro ya que solo me veían todo el día (la noche y la madrugada también) en el computador o en una consola. Mis mejores amigos los conocí gracias estar de andariego en las "maquinitas", nombre que se le daba a estos negocios donde los niños y jóvenes pagaban para ir a jugar con las consolas y vídeojuegos del momento. Aún hoy en día me reúno virtualmente con ellos para hacer lo propio (jugar).
Tomé el examen de admisión de la Universidad Nacional de Colombia, considerada en ese entonces y hasta el momento como la mejor del país. Ese día llovía y la prueba era tan difícil, que salí con pocas esperanzas de obtener un buen resultado, sin duda el clima era propicio para ambientar mi decepción de no haber entendido muchas de las preguntas.
Algunos meses (y fiestas de Prom) después llegaba la noticia de que había sido admitido con uno de los mejores puntajes y no fue suerte como muchos pensaron, el resto de pruebas como la Estatal del ICFES corroboraban los resultados ¡Ajá, un futuro prometedor!
Con el pecho esponjado y las ilusiones por lo alto, me pegué al reloj y al calendario esperando el momento para viajar, por primera vez, a la capital del país ¡Bogotá! ¡La nevera!
Pero la vida me enseñaría en su particular forma lo que era la humildad intelectual. Mis compañeros todos, todos ¡todos! -para que quede claro- habían tenido los mismo o mejores méritos que yo. El ritmo de estudio era una cosa que yo jamás había imaginado. Poco a poco se me desinflaron las ínfulas de estudiante excelente y no llegaron ni a bueno, sino, promedio así que mi vida dio un giro de 359 grados (sí para que no digan que quedé igual).
Ya ven que no les vengo a traer la típica historia de éxito rotundo, que no se me quema ni un huevo en la vida, que mi primer arroz quedó perfecto ¡No! Soy un simple mortal como ustedes.
Aquí hay un valor más importante que quiero destacar y es la perseverancia. Nunca me rendí (siguiendo el ejemplo Gokú) y pude sobrevivir a esa zona de guerra que es la Ingeniería en "La Nacho".
¡Soy Ingeniero UN!
Pero la cosa no acaba ahí. Ya saliendo a la realidad, veo un panorama un poco desalentador: desempleo, malos sueldos, corrupción, malas políticas públicas, etc.
No había que desanimarse ¡somos profesionales! estamos para cambiar eso, en especial los Ingenieros. Una obra de infraestructura mejora vidas por multitudes, decirle SÍ a la ética profesional y NO a la corrupción da un ejemplo invaluable a la sociedad. Hacer una labor pedagógica y difundir temas de Ingeniería para aumentar la cultura general del país, también es ser profesional.
Hoy en día trabajo como licitador independiente, tengo experiencia en Interventoría, Consultoría y hasta Gerencia con mi propia empresa ABCHROY S.A.S. (¿Y ese nombre?) y la marca VOLQUETAS & MAQUINARIAS. Desde esta experiencia (tal vez poca) quiero dar mi punto de vista, narrar lo que voy encontrando y para los que siguen en estos campos puedan vislumbrar un poco mejor el panorama.
Soy Andrew Hernández Romanos, Ingeniero Civil de la Universidad Nacional de Colombia y este es Tu Blog, el blog de mis notas y apuntes.
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